El fin de un estar siendo


Por Alicia Gallegos

Filosofías en fuga ha sido durante tres temporadas un espacio de producción colectiva porque tuvo el poder de afectarnos de distintas maneras según nuestra singularidad.

Nuestra propuesta hizo huir lo previsible de este tipo de encuentros para generar otros modos de pensar diferentes a los planteos académicos. Insinuamos un principio a través de varios dispositivos , fílmicos, literarios, plásticos, comunicacionales. No nos orientó un final como búsqueda definida en términos de metas u objetivos. Los asistentes eligieron este tiempo de los viernes como un recorrido en libertad. Hubo quien asistió siempre, algunos que husmearon sin permanecer, otros que se fueron porque no encontraron, quizás, lo que buscaban y así, los efectos se han expresado en una pluralidad de reacciones y movimientos activos de distinta índole muy difíciles de explicar porque la actualización del pensamiento acción no es visible en el tiempo cronológico ni en la conciencia.

Por lo antedicho, les ofrezco un cierre provisorio a partir de la película 8 y 1/2, el tema musical y la primera escena para abordar la problemática de la producción del deseo. Para ello les cuento que existe un comentario generalizado acerca de que Fellini había filmado, previamente, 7 películas y se encontraba estancado en su producción. Más allá de que no podamos corroborar el supuesto del sentido autobiográfico de sus películas, la escena que vimos presenta a Fellini cuando deviene arte y convierte la antiproducción en las imágenes de encierro de Marcelo Mastroiani en el auto y desde allí dispara una serie de escenas en las que deviene delirante, irreal, loco y revolucionario.



De esta experiencia visual y acústica, podemos patentizar el pasaje de modos de ser subjetivos estructurados y preformados hacia disposiciones o agenciamientos del deseo inéditos. Así infiero que la producción deseante implica la libertad ética de componer la mejor combinación posible basada en la generosidad y el amor y la libertad estética de arribar a una alta tonalidad de intensidades del alma. Entiendo por libertad no un ideal sustantivo a alcanzar sino un ejercicio inusitado , un movimiento impensado que fisura las formas para producir lo nuevo. De este modo, la producción deseante mezcla teoría y práctica, pensamiento y acción de una forma inacabada y siempre mutante.

En síntesis, el deseo produce una suerte de mosaico de fragmentos o esquizias , afectos en Spinoza, fuerzas en Nietzsche, vibraciones en Bergson. Cuando lo hace cada fragmento maquina con otros en un encuentro que innova allí donde la diversidad de afectaciones dan y crean. En este movimiento sucede la vida y lo que vive, necesariamente, fuga.

Es mi mayor aspiración que los itinerarios bosquejados más arriba se actualicen en los recorridos que sucedan de ahora en más en cada uno de nosotros.


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