Los equipamientos colectivos en la política Argentina

Arturo Martín Jauretche (1901 – 1974) fue un pensador, escritor y político argentino. Figura relevante de la Unión Cívica Radical y del peronismo a partir del llamado día de la Lealtad en el 17 de octubre de 1945.
Por Alicia Gallegos

Cómo pensar la política en nuestro país desde la noción de equipamientos colectivos del esquizoanálisis

Llegó a mí por azar en los días de mi cumpleaños el hermoso libro de Norberto Galasso, “Jauretche” con una dedicatoria muy afectiva de mi hija Irina quien hace referencia a la “vida de un grande” para que desde mi humilde lugar pueda trasladar a muchos y así “deconstruir todos juntos lo dado y proyectar un mundo más justo”.

Me contagió su deseo tan firme y sentido y aquí estoy, manos a la obra, en el intento de propagar algunos conceptos creados por Félix Guattari en buena mezcla con Arturo Jauretche. 

Para ello voy a subrayar algunos fragmentos referidos a su infancia y adolescencia muy elocuentes de la biografía de nuestro pensador argentino, nacional y popular:

“La campana que llamaba a clase era un cotidiano corte entre dos mundos y la formación intelectual tuvo así que andar por dos calles distintas a la vez, como la rayuela con las piernas abiertas entre los cuadros. La escuela no continuaba la vida sino que abría en ella un paréntesis diario. La empiria del niño, su conocimiento vital recogido en su hogar y su contorno, todo eso era aporte despreciable. La escuela daba la imagen de lo científico, todo lo empírico no lo era y no podía ser aceptado por ella, aprender no era conocer más y mejor, sino seleccionar conocimientos distinguiendo entre los que pertenecían a 'la cultura', que ella administraba y los que venían de un mundo primario que quedaba más allá de la puerta”. Hoy los pedagogos se refieren a este fenómeno como un efecto del curriculum oculto que impide apropiarse del saber puesto que, el punto de partida no reside en los saberes previos del alumno.

"Sabíamos del ornitorrinco por la escuela y del baobab de Salgari, pero nada de los baguales, ni de vacunos guampudos e ignorábamos el chañar, que fue la primer designación del pueblo hasta que le pusieron el nombre suficientemente culto de Lincoln. Cómo extrañar entones que mirásemos despectivamente a las cigüeñas de nuestros bañados, al compararlas con las muy literarias y europeas que anidan en las torres de las iglesias?".

“El pueblo se llamaba Lincoln y sabíamos de tal prócer, nada en cambio de los gauchos junineros, de los milicos de la frontera, del mismo coronel Borges, que comandara la frontera de Junín… Es que ese coronel, los milicos, los ranqueles, los bichos, los pastos, los ríos, eran indignos de la 'cultura', según lo entendía la 'intelligentzia'”.

“El pueblo había sido treinta años antes territorio ranquelino, pero la escuela ignoraba oficialmente a los ranqueles. Debo a Búfalo Bill y a las primeras películas de cowboys mi primera noticia de los indios norteamericanos. Esos eran indios y no esos ranqueles indignos de la enseñanza normalista”.

“Nosotros éramos chicos de pueblo, no gauchitos… El mundo se dividía entre los paisanos y los otros. Mis padres, mis hermanos y yo éramos de los otros. El otro nivel, usaba bombachas y percal, las mujeres… Un paisano podía ser alfabeto y 'léido' pero no sería nunca 'culto'. El hombre de pantalones podía ser analfabeto, pero, si lo disimulaba, era 'culto' por el simple hecho de usarlos”

“Mamá, como maestra que era, ayudaba al desarrollo de un pensamiento individualista…Tuve que comulgar con Spencer y con Samuel Smiles. Todavía me parece recordar títulos: Ayúdate, El ahorro, El carácter y otros así, pero mi rencor más grande se lo conservo a un señor pintorescamente llamado Orison Sweet Marden, que Dios confunda en la Babel de las lenguas: este era una especie de Selecciones del Reader Digest de la época pero mucho más aburrido. En esa literatura que demuestra que sólo se llega a millonario si se han vendido diarios en la infancia. Todo es cuestión de tenacidad y el objetivo fundamental es llegar a millonario que es la prueba máxima de la capacidad humana” ¿Meritocracia?

Y así podría seguir indefinidamente citando a este pensador filósofo, historiador, sociólogo profundamente crítico de la intelligentzia característica del medio pelo argentino que siempre ha calcado a Europa y lo sigue haciendo porque ahí se juega llegar a ser como ellos y no reparar que ya somos. Mejor mutar el ser alguien por el estar, diría Rodolfo Kusch, ya somos y esto nos hace potentes y libres afectados por nuestras circunstancias para componer con ellas.

Para referirnos a la situación descripta por Jauretche que nos aliena y domina recurro a una herramienta conceptual inventada por Félix Guattari uno de los creadores del esquizoanálisis, filosofía que inaugura una clínica ampliada referida a la subjetividad, a la comunicación y a la política y al entrecruzamiento entre ellas.

Me refiero a la idea de Equipamientos colectivos como formas de organización y modos de vivir de los grupos, instituciones y del campo social. En ese sentido no habría producción capitalista sin estos operadores que funcionan privilegiando valores, certezas indubitables, objetivos, proyectos, significaciones de un pensamiento único que excluye las singularidades y diferencias. La acción denodada y permanente de estas significaciones sociales naturalizadas inhibe la acción del deseo a través de la generación de segmentos binarios, por ej. hombre-mujer; clase baja-clase media, viejo- joven, etc. Estas segmentaridades nos equipan y nos hacen actuar de una manera a-crítica y sumisa. En lugar de que el deseo social maquine con lo dado, lo fisure de manera incesante y dé lugar con la crítica “ a martillazos” a modos de liberación popular en el contexto latinoamericano.

Todos estos repartos binarios y por lo tanto ficticios son funcionales para el ordenamiento de las relaciones económicas, de la división del trabajo y de las jerarquías sociales, como así también, son determinaciones para la distribución de un poder concentrado.

Para finalizar, quien mejor que Guattari para decirlo: “los equipamientos colectivos deberían ser considerados como máquinas que producen las condiciones de posibilidad de toda infraestructura económica capitalística”.





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