La cultura en tríada
nietzscheana
Por Cecilia Macarena Pelliza
La noción de cultura en Nietzsche significa adiestramiento y
selección, y para desplegar este concepto trabajará, como suele hacerlo, en
tríadas. Nietzsche dividirá la cultura - es decir los procesos históricos, políticos,
sociales y también de subjetivación - en las fases Pre-historia, Historia y
Post-historia.
En relación a este modo tríadico es válido decir que lo
elige en lugar de una dialéctica en donde tesis y antítesis, encuentran un
momento de superación en la síntesis. Falsa tríada en la que las dos primeras
se oponen entre sí para quedar finalmente abarcadas en único sentido. Los tríos
nietzscheanos son irreductibles y coexistentes.
El período pre-histórico
corresponde a un momento en el que no hay ley, en tanto toda ley es histórica
dirá Nietzsche. Es una fase pre-moral en que las acciones son valoradas en
función de sus consecuencias, no juzgadas. Hay hechos. Ni la acción ni la
procedencia de una acción importan en este período, sólo lo que ha generado la
acción se toma en consideración. Y lo que una acción genera es siempre un
hecho, no hay juicio sobre esto. Es sólo un hecho.
Pero es necesario hacer una organización de estos hechos:
elegir por ejemplo cuáles se quieren repetir y cuáles se preferiría evitarlos.
Esa será la función de la cultura, adiestrar para poder administrar los hechos,
y para esto genera el juicio, es decir la ley. En tanto creación, dirá
Nietzsche entonces, toda ley es arbitraria. Está para organizar, pero pudo
haberse pensado otro sistema. Otro que sería igual de estúpido, arbitrario y
grotesco, porque no importa cuál sea la ley, siempre será una farsa a la que se obedece.
Lo que no es una farsa, lo que no es arbitrario, es el hecho
de que siempre se obedece a algo. En palabras de Nietzsche: “Toda ley es
arbitraria, lo que no es arbitrario es le ley del hombre de darse ley”. El
hombre requiere de la farsa, requiere de la máscara. Esta actividad del hombre
de darse ley, es lo que llama la actividad genérica del hombre, y es justamente
la posibilidad de crear cultura.
Prehistórico es la fase en que se despliega la actividad
genérica del hombre de darse ley, de crear cultura. Ahora bien, decíamos que
esta la cultura lo que pretende es el adiestramiento del hombre, pero es un
adiestramiento que no es sometimiento, al menos no en esta fase inicial. Al contrario,
significa formarlo de tal manera que sea capaz de activar sus fuerzas
reactivas. Es un momento fundante, claro, en que el hombre se organiza para
poder más, para poder otras cosas. Se da ley con el fin de controlar sus
fuerzas reactivas. En este acto se crea un hombre capaz de prometer, hay un
compromiso de futuro. Decíamos más arriba que la cultura es adiestramiento y
selección, he aquí el objetivo selectivo de la cultura: formar un hombre capaz
de disponer de futuro, un hombre libre y poderoso.
Cuando esta primera fase se agota, se ingresa a una etapa
histórica. Las instituciones están dadas, está dada la ley para organizar a los
hombres. Todo debería marchar bien. Sin emabrgo los tiempos corren, los hombres
cambian. En este punto Nietzsche toma fuertemente la idea de Heráclito del
movimiento: “Nadie se baña dos veces en el mismo ríos, porque el río corrió y
el hombre tampoco es el mismo”. Entonces las instituciones que han sido dadas
por los mismos hombres dejan de servir a su propósito, que era que el hombre
pueda más. Se organice con sus pares para poder más. En su lugar se cristalizan
en viejas proclamas, se desconectan del movimiento fundante, y se vuelven
instituciones que no quieren perecer. En lugar de activar las fuerzas reactivas
del hombre, lo hacen sentir culpable de sus fuerzas activas. Culpable de todas las
otras posibilidades que se abren si se anima a dejar atrás estas formas ya
viejas.
Es una lucha intensa la que se da en este período, y para
Nietzsche siempre estamos en esta puja de fuerzas activas y reactivas en la que
tratamos de darnos nuevas leyes, de recrearnos. Cuando efectivamente lo
hacemos, podemos volver a darnos ley, dejando atrás las dadas, entramos en un
período post-histórico.
Es un retorno, la idea del eterno retorno nietzscheano: el hombre
que vuelve a esa actividad genérica de darse ley, pero no a las mismas leyes,
vuelve a lo creativo, a las intensidades puestas en juego en ese momento
fundacional para volver a legislar, devenimos hombre legislador. No hay pérdida en este acto, lo activo perdura, se deja atrás el cascarón que ya no sirve para albergar la vida que tiene que continuar, el único riesgo es justamente quedarse ahí adentro en donde ya nada es posible. por eso retomo y modifico la frase con la que termina el film "el hombre (como trabajador, como amante, como niño, como padre...) nada tiene que perder, salvo sus esposas".
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