Tercer episodio - Encuentro 1/9 (1)



Comentario del cortometraje "Mi amigo Nietzsche" (Encontrado en Internet, fuente desconocida)

En el Festival Internacional de Cine de Valencia, en junio de 2013, Meu amigo Nietzsche del brasileño Fáuston da Silva se alzó con el Premio Canal+ al mejor corto, hecho que permite su visualización en Zona Corta Canal+. Este reconocimiento ha sido el pistoletazo de salida a su proyección internacional, ya que hace apenas una semana fue elegida como la Mejor Realización Audiovisual del 20º Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales (FLVR) celebrado en Rosario (Santa Fe, Argentina).

Da Silva, a la hora de enfrentarse a su último trabajo, no deja de lado sus señas de identidad y su compromiso social. Teniendo a Brasil como punto geográfico de referencia y situando la acción en un barrio marginal, con Lucas como protagonista, un niño lugareño que roza la desintegración escolar – a su edad no sabe todavía leer de corrido -, nos abre una nueva puerta audiovisual que nos re-dirigirá la mirada hacia un pensamiento filosófico-vital: el concepto del Übermensch (traducido como Superhombre, Suprahombre, Sobrehombre o Transhombre) desarrollado por el filósofo alemán Nietzsche en su obra Así habló Zaratustra (1883-1885).

A la hora de hacer memoria, el medio cinematográfico ha tratado la cuestión desde distintas y enriquecedoras ópticas. Nos pueden venir a la memoria de manera más o menos directa títulos como: 2001: a space odissey /2001: una odisea del espacio (1968) de Stanley Kubrick (de hecho nuestro cortometraje hace un guiño musical, muy clarividente, al comienzo de dicho film), Fight club /El club de la lucha (1999) de David Fincher, o When Nietsche wept /El día que Nietzsche lloró (2007) de Pinchas Perry, donde la idea del Superhombre, y sus consecuencias, sobrevuelan de una manera palpable.

Fáuston da Silva aborda el tema de una manera aparentemente sencilla: Lucas encuentra en el basurero un libro (justo en la secuencia anterior habíamos presenciado la regañina por parte de su maestra, la cual le insta a que lea más), por lo que el niño no duda en recogerlo y comenzar a leerlo. Sólo el espectador, en ese momento, sabe que justamente el libro que tiene entre sus manos es Así habló Zaratustra.

Previo al descubrimiento literario, Lucas ha leído dos palabras que encuentra de una manera simuladamente baladí en la calle: un cartel que prácticamente deletrea en alto, “Autoescuela Freud”, y un grafitti, “Salomé”. Dos notas introductorias que en un principio no parecen tener
mayor transcendencia, pero que cuando las unimos conceptualmente al libro encontrado comienzan a cobrar sentido. Un sentido irónico, podríamos decir, porque Da Silva juega con el espectador y con sus conocimientos filosóficos de una manera tan brillante que, como los grandes maestros del Renacimiento, hace virguerías, pero de una manera tan natural y desenfadada que estas no se notan, haciendo honor al término artístico italiano sprezzatura.

Con tan sólo esos tres nombres citados: Freud-Salomé-Nietzsche, el director brasileño nos contextualiza el terreno filosófico sobre el que nos vamos a mover. Nos da las pautas que debemos tener presentes: como que Freud, Nietzsche y Marx (a quien encontraremos al final del corto) son los tres “Maestros de la sospecha”, tal y como los calificó el filósofo francés Paul Ricoeur, aunque desde diferentes presupuestos, considerando que la conciencia en su conjunto es una conciencia falsa; y que Salomé alude a Lou Andreas-Salomé, que junto con Paul Rée constituye el núcleo amistoso más íntimo del propio Nietzsche.

Teniendo estos datos presentes Fáuston nos plantea un doble reto: por un lado, en un plano más superficial y divertido, la interpretación que se podría dar hoy en día, en una comunidad intelectualmente limitada, donde un niño comienza a preguntar por conceptos tan complejos, sin saber muy bien porqué, como la muerte de Dios, qué es Superhombre, o quién es un tal Nietzsche, teniendo respuestas tan disparatadas como que Superhombre es extranjero o, sacando conclusiones puramente anecdóticas, que el libro va a hablar de fútbol porque su autor es alemán.

Pero su segunda vertiente, mucho más profunda, como hemos ido esbozando a lo largo de nuestra crítica, es la connotación filosófica que el propio corto transmite una vez visionado en su totalidad. El Hombre es un niño dúctil, que adoctrinado bajo una determinada filosofía es capaz de dominar el mundo, pero esa misma porosidad le hará embarcarse en una ideología hoy, para mañana engancharse a otra sin solución de continuidad. En definitiva, Da Silva nos devuelve un retrato de la evolución ideológica de la Humanidad, tan asequible pero a la vez tan lúcido, que asusta y fascina a partes iguales.

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