Primer episodio - Encuentro 4/8


Por Alicia Gallegos

Sábado 5 de agosto. Seis de la mañana. Salté de la cama. Insomne desde las cuatro. Decidí levantarme a escribir. A escribir qué? No sé muy bien. Quizás escribir porque algo me pasó, algo nos pasó en QTP. Habrá sido un encuentro impensado, inesperado e intempestivo, fatalidad del destino, algo del amor, inocente? Ahora, resuenan en mí las emociones de la mañana de ayer cuando preparaba la música para la tardecita. Nietzsche improvisando, Bizet en la escena de la taberna española con una Carmen voluptuosa, demoníaca, carnal y con muchos amores simultáneos. Y Wagner con Tristán e Isolda, preludio de amor y muerte. Amor idealizado de Nietzsche por Wagner y como corresponde el ocaso de este ídolo para que Nietzsche pueda crear su filosofía a martillazos. Doble martillo del Nietzsche carpintero que destruye lo que representaba Wagner, la cultura alemana y en nuevos trayectos construía su casa filosófica con adobe. El adobe como reminiscencia nietzscheana en Kusch? Se me presenta la casa de adobe de Kusch aún existente en Maimará, hecha, quizás de una manera primitiva, haciendo bolas de lodo lanzadas con fuerza contra el muro en construcción y por adición subir su altura de esa manera. Todo este trabajo hecho a mano, sin herramientas ni instrumento alguno. Tal vez una canasta de fibra o una pala de madera. Voluntad de poder que da y crea y por azar, suelta, lanza. Toda una tirada de dados para afirmar la vida.

En la tarde de ayer, previo al encuentro, me sorpendió la ansiedad y el miedo de un futuro inmediato. La ansiedad siempre es por el futuro. Me preguntaba si iba a poder componer la circunstancia que se avecinaba. Quiénes iban a ir y qué iba a pasar. Y pasó, algo pasó. Supongo que a ustedes también. Un puente siempre necesita de dos lados para sostenerse, si no no estaría pensando y escribiendo en mi desvelo ¡Qué bueno darle al insomnio otro signo distinto al trastorno de ansiedad!. Algo nos ocurrió y quizás, nunca podamos saber la causa y no es necesario, nos llevaría un tiempo estéril ahondar por ahí.

Fuimos con Bea con una organización mínima, tradicional, es decir reactiva. Ubiqué las sillas en círculo para hacer más cómodo el encuentro de miradas. Llevó tiempo la inscripción, algunos llegaron a tiempo y otros demasiado tarde. Lo previsto con problemas, la tecnología no contribuía, a muchos de ustedes no los conocía y a los que sí ya eran otros y yo también. Nietzsche hubiera dicho que en esta situación descripta reinaba la potencia de lo falso. Ustedes muy obedientes, birome en mano escribían lo que nosotras decíamos como podíamos. 


En ese transcurrir previsible y también accidentado ustedes dijeron una que otra cosa y esos comentarios me despertaron a la madrugada. Escuchaba voces, balbuceos apenas audibles, fragmentos, esquizias tales como vine a curiosear, no es el éxito es la eficiencia, se puede todo pero cuando accionamos viene el control, el límite, podríamos ver la película Carmen de Saura, el gobierno parece que planifica lo reactivo como grieta, me interesa la problemática del género, muy difícil Nietzsche, por favor necesitamos ejemplos, etc, etc. Y casi cuando todos se iban yendo se escuchó a destiempo, nítidamente Carmen, el aria de la habanera. Qué desprolijo todo!!! Caos y una organización mínima que encima disfuncionaba.

¡Eso ocurrió! Apenas un común denominador: la apertura, la disposición al encuentro. ¡ Aleluya! Nos ocurrió la excepcionalidad del amor spinoziano, la que nos lleva más allá de los límites a lo impensado. Ya estamos haciendo filosofía. Ya arrancamos y el 18 seguimos.

Por nuestro lado intentamos contagiar la experiencia de los conceptos a través de la música. Experimentar permite ver la puja de las fuerzas activas y reactivas. La música que produce emociones muy profundas, vibraciones e intensidades de las que la conciencia ni se entera pero que calan hondo y componen nada más ni nada menos que el inconsciente. El inconsciente es eso, un plano, un plan de intensidades que componen lo real. Pero también, la necesidad de las fuerzas reactivas que son las fuerzas que nos dan un marco de funcionamiento para poder pensar y accionar.

Estas fuerzas tienen el poder de afectar, de ser afectaciones que afirman o niegan la vida.

La filosofía de Nietzsche es una filosofía del devenir o sea del tiempo y una filosofía del cuerpo que desaloja a la conciencia de su lugar privilegiado y la condena al estatuto de síntoma de un cambio mucho más profundo.

La conciencia siempre está en relación a valores superiores a ella que funcionan como su deber ser al que se subordina y que la llevan a aspirar siempre algo más, y por ende, a vivir siempre en otro tiempo, un tiempo que todavía no es. En consecuencia, la conciencia nos expropia del tiempo real, el único que existe y en el que no hay nada por fuera.

Podríamos decir la conciencia de un esclavo en relación a un señor, el testimonio de que hay un cuerpo superior del que depende.

Y entonces… ¿Qué es el cuerpo? Es un medio apetitoso en el que pujan las fuerzas, cantidad de fuerzas dominantes y dominadas. Cualquier relación de fuerzas constituye un cuerpo humano o no humano, químico, biológico, social y político. Nosotros, todos juntos, el viernes pasado constituimos un cuerpo, un cuerpo organizado con la estructura de clase magistral un tanto desconstracturada pero con la reproducción de hábitos tales como que ustedes escuchaban y algunos anotaban lo que nosotras exponíamos. Fuimos un cuerpo conservador y a la vez, quizás, por lo menos para mí, un cuerpo asombroso, fruto del azar, un cuerpo inmanente de relación de fuerzas. Cada uno puede hacer su mapa de fuerzas dominantes o dominadas en nuestro encuentro. La dominancia se define por la cantidad de fuerzas activas o reactivas.

Les brindo algunas características de las fuerzas para que hagas tu mapa singular ya que el mapa siempre es único. Las fuerzas reactivas responden a mecanismos y finalidades y sus tareas tienden a la conservación, adaptación o dimensión utilitaria. En este sentido, la conciencia, el hábito y la memoria del pasado son reactivas. En cambio, las fuerzas activas escapan a la conciencia, son las del cuerpo (el sí mismo).

Pero, ¿qué es lo activo? Tender al poder, es decir, apropiarse, apoderarse, subyugar, dominar, afirmar, imponer formas, crear formas, componer con las circunstancias. Es el poder de lo dionisíaco, el poder del erotismo, el poder de transformar, lo noble.

Las fuerzas reactivas, las del esclavo, sólo están seducidas por las fuerzas superiores, las fuerzas activas no las necesitan.

Voy al ejemplo de la música seleccionada para nuestro primer encuentro y hago hincapié en una secuencia en tres tiempos: Nietzsche y Wagner, Nietzsche contra Wagner y Nietzsche y Wagner más allá de Nietzsche, para nosotros cuando hoy escuchamos esta música.


En un primer tiempo cuando Nietzsche y Wagner se conocen coinciden en el combate contra la cultura alemana y en el retorno a lo dionisíaco del arte griego que afirmaba la unidad de música y letra. En ese entonces, Nietzsche estaba maravillado por la ópera Tristán e Isolda y creía que era Wagner el que con su música podía romper con los ideales de la modernidad a favor de la vida o sea, a través de la acción de las fuerzas activas, un devenir activo en nuestro caso.

Pero, a partir de la ópera El anillo de los nibelungos y sobretodo en Parsifal, para Nietzsche, Wagner se contradice cuando utiliza los ideales del cristianismo y de la modernidad que implican la negación de la vida.

Los ideales de la modernidad consistían en la razón, el progreso y la ciencia y para Nietzsche en la sensibilidad y el arte. Según Nietzsche el arte y la filosofía para Wagner son la resignación de que esos ideales no se pueden alcanzar. De ahí que se refugió en el resentimiento, la culpa y el ideal ascético.

En cambio, para Nietzsche, la música es la voluntad que da y crea el corazón de las cosas.

Wagner en su defensa del ascetismo renuncia a la intensidad de lo sensible.

Nietzsche elige a la ópera Carmen de Bizet para contraponerse a Wagner. Carmen es una mujer muy sensual, asociada a Eva, la serpiente del paraíso, diabólica, muy corporal, seductora, libre y transgresora con muchos amores, esencialmente dionisíaca, es decir amante del caos, sin moral e inmanejable.

Carmen es la expresión del amor fatti, azaroso y necesario. El amor como fatum, fatal, destino, inocente, amoroso y cruel.
El comienzo de la relación y el devenir de la ruptura se resumen en el da y quita de las fuerzas activas y reactivas, potencia y poder de las fuerzas, movimiento o un tiempo detenido. El juego de las fuerzas reactivas es el de la conciencia y del poder en Wagner, racista, antisemita y déspota y el juego de las fuerzas activas es el de la potencia y del cuerpo, el inconsciente nietzscheano.

Estos juegos nos remiten a la inmanencia, juego de las fuerzas, devenir o interrupción del devenir o de la trascendencia.

Es interesante retomar “Dios ha muerto” la frase de Nietzsche para nuestro cometido de hoy. Este enunciado es la metáfora del devenir. El hombre siempre ha necesitado un borde, un horizonte, certezas, fundamentos ( Dios, el Ser, la Verdad, la Moral, la Ciencia, lo humano, la racionalidad) Estos marcos mueren y aparecen otros, devienen, son construcciones que nos dan un orden. La crítica a martillazos es la destrucción y construcción de nuevos órdenes. El juego consiste en dar, soltar y crear, voluntad de poder y eterno retorno.

Creo que el Nietzsche contra Wagner quedó atrapado del juego de la conciencia y la unidad Wagner Nietzsche la podemos intuir hoy en la música sin importarnos Wagner como autor de los libretos de su obra.

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