Cuarto episodio - Encuentro 19/5

Por Beatriz Piedrabuena

En este encuentro continuamos con el plano de inmanencia a través de la experiencia inmediata de lo real. Para ello nos valemos de Henri Bergson, filósofo francés ( 1859-1941) y su concepto de duración análogo al de intensidad o potencia en Spinoza. Henri Bergson fue contrario a la ideología nazi y conocido por sus ideas sobre la libertad, la libertad como superación de las “ enfermedades de la civilización” , análoga a la “ gran salud” o “gran política” en Nietzsche. Fue premiado con el Nobel de Literatura por su obra “ La evolución creadora”. Fue influenciado por la filosofía empirista inglesa de Spencer, Mill y Darwin a quienes superó en un sentido espiritual. Fue por ende, anti-racionalista y anti-positivista. Nos interesa la lectura que hace Deleuze de Bergson cuando retoma la noción de intuición de este último, como el envolvimiento o pliegue de los movimientos infinitos del pensamiento que recorren sin cesar un plano de inmanencia. Existe toda una discusión que inclina el pensamiento de Deleuze hacia Spinoza o hacia Bergson. Según nuestro criterio, ambos estuvieron siempre presentes desde el comienzo de su obra como abordajes de la inmanencia y el hincapié puesto en el perspectivismo filosófico.

El plano de inmanencia es para Deleuze la fuente del pensamiento filosófico, el manantial en el que beben los conceptos. ¿Por qué insistimos con la inmanencia? Porque lo real se construye en el único plano que existe, el de la inmanencia. A la vez se va constituyendo por distintos procesos el sujeto, la terminal, el último paso del proceso . El sujeto como punto de llegada también es móvil, siempre abierto, puesto que, se deshace en forma constante. De resultas, la inmanencia se produce desde esquizias o fragmentos del individuo, partes infinitesimales que componen mundos en perpetuo movimiento. Todo ocurre entre un individuo no constituido y las circunstancias que afectan, ambos componen permanentemente. Los procesos de constitución del individuo y del mundo son correlativos. ¡Qué ataque al tan mentado yo cuando lo concebimos sólo como una estación evanescente! Esto implica que las circunstancias cambian y nunca somos los mismos. Esto nos permite concluir que las identidades son ficciones construidas que se deconstruyen en forma invariable.

El arte, especialmente, la música hacen entrar en el movimiento de la vida, nos pone en presencia del ritmo de la producción propia y la de los otros. El arte en su esencia evita el simbolismo de la percepción representativa con un interés pragmático y recupera una inmediatez en la que el ser es tiempo. El objetode la filosofía, para Bergson, es la intuición que va más allá de la representación y que se produce en la experiencia del plano de inmanencia. La intuición coincide con el tiempo y radica en una larga preparación que requiere una reiteración constante del objeto, en nuestro caso, la audición de la música de la Cabalgata de las valquirias de Wagner. Cuando la escuchamos dejamos de lado el entender, la conexión con imágenes y tomamos otras perspectivas, ahí pudimos, quizás, llegar a ser tiempo , melodía y ritmos. Llegamos algunos, a ese nivel a través de emociones profundas que consisten en el pasaje de tiempo mismo, en el hecho de sentir el tiempo volcarse en nosotros.

Es la propia duración la que en nosotros es emoción. Dejamos de reconocernos seres para devenir duración. Como un sonido existe por su vibración. Somos vibraciones, tonalidades de alturas diferentes, pluralidad de ritmos.

La idea de libertad está siempre presente en Bergson y se logra cuando se rompe con un destino predeterminado. Ella es inseparable de la afirmación de uno mismo, de un yo profundo. Sólo entramos en el interior del tiempo por la emoción profunda que experimenta el pasaje del tiempo. Así la realidad se constituye en un todo continuo que posee una unidad interna sin importar las formas como es el caso de la música escuchada. Así resulta que el tiempo es emoción y afecto de libertad que promueve novedades y genera el objeto. El tiempo es también simpatía y la simpatía se confunde con la intuición, no hay jerarquías entre estos dos conceptos. La simpatía proporciona otros puntos de vista ( perspectivismo filosófico). A través de la simpatía captamos una intención interior en dicha duración.

La intuición es la reflexión del espíritu sobre sí mismo. No hay por tanto intuición de la materia, de la vida, de la sociedad en tanto tales (sustantivo). La intuición se abre o se extiende a otros niveles a través de la simpatía, o sea, la simpatía se define como el movimiento por medio del cual cada una de estas realidades deviene “espíritu”.

Nos gustó este cuento “La historia de los otros” pues tiene que ver con algunas temáticas que abordaremos hoy.

Lo del “pensamiento sentido” de los dioses primeros resuena con el amor intelectual de Spinoza, tercer género de conocimiento.

Para Spinoza el cuarto tipo de signos, los afectos, nos permite salir del oscuro mundo de los signos a través de un experimentar que nos permite arribar al segundo género de conocimiento o nociones comunes.

También en Bergson el afecto, la simpatía, la emoción profunda tienen un lugar preponderante en el método de conocimiento de lo real.

En el cuento aparecen los dos momentos de este método: por un lado la intuición y por otro la simpatía, momentos que según Deleuze conforman no una circularidad sino un circuito.

Los dioses captan su propio pensamiento sentido, por este movimiento de la intuición y es por la simpatía que dan lugar al pensamiento sentido de los otros dioses.

Se produce un encuentro( que no es entre personas, sino entre fuerzas, individuaciones abiertas) se alegran es esta comunidad de pensamientos senti8dos y bailan.

Diferencia y semejanza como movimientos. Deleuze plantea que el plano de inmanencia en el pensamiento de Bergson y Spinoza es el movimiento.

La intuición va a captar la diferencia, lo que difiere en mí, lo otro en mí, el devenir, y la simpatía va a captar la analogía con la alteridad.

La vida es para Bergson el proceso de la diferencia, la diferenciación, e insiste en el carácter imprevisible de las formas vivas. Lo imprevisible, lo indeterminado no es lo accidental sino la esencia misma de las cosas.

Lo que se diferencia es lo que difiere de sí mismo desde el principio, es decir lo virtual, y lo virtual no es lo posible, es lo real diferenciándose actualizándose en una diferencia.

Simpatizamos con lo viviente porque somos tiempo en movimiento.

En Bs As fuimos a ver una instalación de Tomás Saraceno: “Atrapar el Universo en una tela de araña”. Pensamos en esta idea del artista, en esta conexión con lo no humano en nosotros mismos, posible sólo por la intuición, pues la inteligencia se conecta con el producto, con la cosa terminada y no con la indeterminación de la cosa, su imprevisible novedad.

Bergson plantea que para que se de ese salto, ese “de golpe” que es la intuición se necesita una larga camaradería con las cosas. Esto recuerda a Deleuze Guattari cuando plantean “ Ningún método, ninguna regla, sólo una larga preparación”. Una insistencia desde Spinoza, conatus, insistencia que produce consistencia.

Es esa larga camaradería la que va a permitir ese salto, esa zambullida hacia el interior de las cosas, hacia la cosa en-si, su diferir. Por esta zambullida puedo conectar con los diferentes niveles que me constituyen, lo no humano en mí.

Plantea Deleuze en “El Bergsonismo”: “la materia y la vida que llenan el mundo están también en nosotros, las fuerzas que trabajan en todas las cosas las sentimos también en nosotros, nosotros somos eso. Descendemos entonces en el interior de nosotros mismos, cuanto más profundo sea el punto que hemos tocado, más fuerte será el empuje que nos devolverá a la superficie”

Es por la intuición que puedo captar directamente, sin deducción mediante, la presencia de la diferencia en los distintos niveles que me constituyen( lo vital, lo material, lo social), lo que va difiriendo en mí, su particular duración.

Y va a ser por la simpatía que voy a proyectar, a poner en el mundo estos devenires que me constituyen y voy a hacer lazo con el mundo construyendo un común.

Este común será para Adriana Zambrini el tercer cuerpo en el encuentro terapeútico y tendrá resonancias con la comunidad en Spinoza.

Simpatía y amistad como políticas.

Dijimos que los afectos tienen un lugar fundamental en la filosofía de Bergson. Lo que él llama emoción profunda no es la emoción por las cosas del mundo que nos afectan, es la emoción por el movimiento profundo de las cosas en un Tiempo que llamará primordial. Va a ser a partir de esta emoción profunda que el yo de las profundidades va a generar una revuelta ante las convenciones generando un acto libre, un acto creador. En este sentido la libertad para Bergson siempre es liberación.


https://www.youtube.com/watch?v=zsRLV5BKFtg

.https://www.youtube.com/watch?v=Clg1IbQ7sNY


https://www.youtube.com/watch?v=igulYXN_94k

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